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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 14:13

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren siendo fieles al Señor». «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de su duro trabajo, pues Dios ha visto todo el bien que hacen».

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41 Referencias Cruzadas  

Dichosos los creyentes que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, es decir, nunca estarán lejos de Dios. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Él murió por nosotros para que, ya sea que vivamos o que muramos, vivamos junto con él.

El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando y con voz de arcángel. Dios hará sonar la trompeta anunciando su venida, y los que hayan muerto creyendo en Cristo resucitarán primero.

Por lo tanto, mis queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el Señor, cada vez con más fuerza. Sigan trabajando para el Señor cada vez más y más, recordando que su trabajo para él tiene un gran valor.

El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido invitados a la cena de la boda del Cordero!”». Y añadió: «Esto lo dice Dios, y es la verdad».

El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!». Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza».

Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas. Y se les dijo que esperaran un poco más. Primero tenía que completarse el número de sus compañeros de servicio. Es decir, de los creyentes que iban a sufrir la muerte como ellos.

Así que nos mantenemos confiados, y preferiríamos dejar ya este cuerpo y vivir junto al Señor.

El séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del templo se escuchó una fuerte voz que decía: «¡Se acabó!».

¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Pues Dios, que resucitó a Jesús, resucitará a los que han muerto confiando en él.

Si así fuera, también están perdidos los que creyeron en Cristo y ya murieron.

Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.

Por eso les digo que usen las riquezas de este mundo para ganar amigos, para que, cuando estas se acaben, haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.

Y una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy contento con él».

Entonces se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y en él se vio el cofre de su pacto. Entonces hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte lluvia de granizo.

El séptimo ángel tocó su trompeta. Entonces en el cielo se escucharon fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo. Él reinará para siempre».

Después que se oyeron los siete truenos, yo me preparé para escribir. Pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que han dicho los siete truenos, y no lo escribas».

»Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda en medio de los siete candelabros de oro dice esto:

La fe que ustedes tienen los mueve a presentarse ante Dios como una ofrenda de servicio y sacrificio. Y, si tuviera que dar mi vida para acompañar su ofrenda, me daría mucha alegría. Alegría que comparto con todos ustedes.

Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal. Pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí y a ti, sufrir terriblemente.

y me decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea».

Pero lo cierto es que Dios resucitó a Cristo. Él ha sido el primero de muchos que resucitarán aunque hayan muerto.

Los pecados de algunos se ven con claridad aun antes de ser juzgados, mientras que los pecados de otros se descubren después.

De igual manera se ven con claridad las buenas obras y, aunque estén ocultas, tarde o temprano se sabrán.

El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida. Este árbol está en el paraíso de Dios.

El Espíritu y la esposa del Cordero dicen: «¡Ven!». El que escuche diga: «¡Ven!». El que tenga sed, venga. Y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.




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