Pero a la mujer se le dieron dos grandes alas de águila. Así podría volar al desierto, al lugar que había sido preparado para ella. Allí sería alimentada durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo, y estaría lejos de la vista de la serpiente.
Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. La mujer estaba ya a punto de tener a su hijo. Entonces el dragón se plantó delante de ella para comerse a su hijo tan pronto naciera.
Luego el Espíritu de Dios me hizo ver a un ángel que me llevó a un desierto. Allí vi a una mujer montada en una bestia roja. La bestia estaba cubierta de nombres que ofendían a Dios, y tenía siete cabezas y diez cuernos.