Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió un hueco y, como si fuera su boca, se tragó el río que el dragón había arrojado.
¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello.
La serpiente arrojó por su boca agua como si fuera un río. La arrojó contra la mujer para que la corriente la arrastrara.
Entonces el dragón se enfureció contra la mujer. Por eso, se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes. Es decir, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y continúan confiando en el mensaje de Jesús.