Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. En mi boca fue dulce como la miel, pero al tragármelo se me amargó el estómago.
Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: «Tómalo y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago será amargo».
Entonces se me ordenó: «Tienes que volver a comunicar el mensaje de Dios a la gente de muchos pueblos, naciones, idiomas y reyes».