Yo, por mi parte, ya estoy a punto de morir. El tiempo de mi muerte ha llegado, y será una ofrenda para Dios.
Es difícil elegir entre esas dos cosas. Deseo irme y estar con Cristo, que es muchísimo mejor.
La fe que ustedes tienen los mueve a presentarse ante Dios como una ofrenda de servicio y sacrificio. Y, si tuviera que dar mi vida para acompañar su ofrenda, me daría mucha alegría. Alegría que comparto con todos ustedes.