Estoy convencido de esto: lo que Dios comenzó a hacer en sus vidas es muy bueno, y seguirá haciéndolo hasta completarlo el día en que Cristo Jesús vuelva.
Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.
Les escribí como lo hice para que no me causaran tristeza los que debían alegrarme cuando fuera a verlos. Estaba seguro de que todos ustedes se pondrían alegres por mí.
Hermanos en la fe, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano en la fe que esté viviendo como un vago. Pues estos no obedecen las enseñanzas que les hemos dado.
Junto a ellos dos les enviamos a otro de nuestros hermanos en la fe. Este hermano nos ha demostrado muchas veces y de muchas maneras que tiene grandes deseos de ayudar. Ahora tiene más deseos de hacerlo, pues él tiene gran confianza en ustedes.
Por eso no me atrevo a hablar de otra cosa que no sea lo que Cristo ha hecho por medio de mí. Hablaré de lo que él hizo para que los no judíos lleguen a obedecer a Dios. Lo he hecho por medio de mis palabras y de las cosas que hago.
Por mi parte, hermanos en la fe, estoy seguro de que ustedes mismos están llenos de bondad. Ustedes tienen conocimiento y están capacitados para enseñarse unos a otros.