Doy gracias a Dios, porque por medio de Cristo siempre nos da la victoria. Él hace que nuestro mensaje se vaya conociendo por todas partes como si fuera un aroma agradable.
Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Entonces, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?
Ustedes serán ricos en todo sentido, para que en toda ocasión puedan ser generosos. Nosotros llevaremos esa ayuda a los necesitados, y su gran generosidad hará que muchos den gracias a Dios.
Pero el pecado de Adán no puede compararse con el regalo que Dios nos ha dado. Por la desobediencia de un solo hombre, murieron muchos. Sin embargo, por medio de un solo hombre, Jesucristo, Dios nos dio un regalo que no merecíamos. ¡Un regalo para el bien de todos!