Dios ha puesto en el corazón de los diez cuernos que lleven a cabo su propósito. Por eso, se pondrán de acuerdo para entregar a la bestia el poder que tienen para gobernar. Así se cumplirán las palabras de Dios.
Así que, a pesar de que les escribí, no fue por causa del ofensor ni del ofendido. Más bien fue para que delante de Dios se dieran cuenta por ustedes mismos de cuánto interés tienen en nosotros.
No solo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido de ustedes. Él nos habló de su deseo por vernos, de la profunda tristeza y de la honda preocupación que ustedes tienen por mí. Eso me llenó de alegría.
Tito, por otra parte, es mi compañero y ayudante entre ustedes. En cuanto a los otros dos hermanos en la fe, les digo que son enviados de las iglesias y son gente que honra a Cristo.