Pues, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido. Pues lo que importa es dar según lo que se tiene, y no según lo que no se tiene.
Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación. Dios ama al que da con alegría.
Usen bien las muchas capacidades que Dios les ha dado. Por eso, cada uno ponga al servicio de los demás la capacidad que haya recibido.
»El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho. Y el que no es honesto en lo poco tampoco lo será en lo mucho.
Terminen ahora lo que con tanta alegría comenzaron a hacer. Que cada uno dé según sus posibilidades.
No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez. Es más bien cuestión de igualdad.
Además, las iglesias lo eligieron para que nos acompañe cuando llevemos la ofrenda. Y lo hacemos para honrar al Señor y demostrar nuestro gran deseo de servir.
Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.
Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil”.