Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.
Por lo tanto, ya que Dios los eligió para ser parte de su pueblo santo y amado, sean buenos con los demás. Muestren amor, humildad, amabilidad y paciencia.
La mujer que está por dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento. Pero, en cuanto nace la criatura, se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser.