Y ustedes mismos, filipenses, saben que así es. Pues en el principio de la predicación de la buena noticia, cuando salí de Macedonia, ninguna iglesia me ayudó. Solo ustedes fueron parte de la bendición de dar y recibir.
Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia. También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo.