Los enemigos nos persiguen, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer al suelo, pero no pueden destruirnos.
Manténganse libres del amor al dinero y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca los dejaré; nunca los abandonaré».
Pero Dios, que consuela a los tristes, nos consoló con la llegada de Tito.
Recuerden lo que les dije: “Ningún siervo es más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las de ustedes.
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿El sufrimiento o la angustia, la persecución, el hambre, la pobreza, el peligro o la violencia?
Así mismo serán perseguidos todos los que quieran vivir una vida de obediencia a Cristo Jesús.