Así que, a pesar de que les escribí, no fue por causa del ofensor ni del ofendido. Más bien fue para que delante de Dios se dieran cuenta por ustedes mismos de cuánto interés tienen en nosotros.
Yo me preocupo mucho por ustedes, y eso es algo que Dios ha puesto en mi corazón. Lo que deseo es que ustedes sean de Cristo para siempre. Yo he prometido presentarlos a ustedes ante Cristo como una novia virgen y pura que se guarda para su único esposo.