Sin embargo, tengo contra ti que soportas a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis servidores. Los obliga a tener relaciones sexuales prohibidas y a comer alimentos sacrificados a los falsos dioses.
Conozco todo lo que haces, tu duro trabajo y cómo has permanecido fiel en medio del sufrimiento. Sé que no puedes soportar a los malvados. Sé que has examinado a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos.
Pude ver que no actuaban correctamente, pues no era lo que enseñábamos con el mensaje de la buena noticia. Entonces le dije a Pedro delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los no judíos a practicar la religión judía?
¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que no respetan a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a felicitarlos por esto? ¡Claro que no!