A los demás les doy este consejo, y aclaro que no es una orden del Señor: Si algún hermano en la fe tiene una esposa que no es cristiana, y ella acepta vivir con él, que no se divorcie de ella.
De este modo, si algunos macedonios van conmigo a verlos, no los encontrarán desprevenidos. Pues, si así fuera, sentiríamos gran vergüenza de haber confiado tanto en ustedes. Creo que para ustedes también sería una vergüenza.
En cuanto a las personas solteras, no tengo ningún mandato del Señor, pero les daré mi opinión. Y, gracias a la misericordia de Cristo, creo que pueden confiar en mí.