En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto nuestra confianza en que el Dios viviente cumplirá sus promesas. Él es el Salvador de todos, especialmente de los que creen.
Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven como Dios quiere. Pero también sabe castigar a los malvados, y lo hará cuando llegue el día del juicio.
Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se anunciara el mensaje y lo oyeran todos los que no creen en Dios. El Señor me salvó, como quien es librado de la boca de un león.