Por último, hermanos en la fe, pongan total atención en todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración. En fin, en todo lo que sea excelente o merezca alabanza.
Salven a los que puedan, para que eviten ir al fuego del infierno. Tengan compasión de los demás, pero háganlo con cuidado. Odien hasta la ropa que ha estado en contacto con el cuerpo de los que hacen el mal.
Le pido a Dios mismo, que es la fuente de paz, que los haga santos por completo y que así mantenga todo su ser: espíritu, alma y cuerpo. De esa manera, cuando nuestro Señor Jesucristo vuelva, nadie podrá acusarlos de nada.