Por lo tanto, hermanos en la fe, les ruego que tomen en cuenta la gran bondad de Dios. Así que, ofrezcan todo su ser como un sacrificio vivo y agradable a Dios. Esa es la verdadera adoración que él merece.
De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos con sus esposas. Cada uno debe tratar a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada. Recuerden que a ambos les ha prometido Dios la vida eterna. Si hacen esto, Dios escuchará sus oraciones.
Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal. Porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que tienen relaciones sexuales prohibidas.
Sí, pero existe el peligro de tener relaciones sexuales prohibidas. Por eso es bueno que cada hombre tenga su propia esposa y cada mujer, su propio esposo.
Por último, hermanos en la fe, pongan total atención en todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración. En fin, en todo lo que sea excelente o merezca alabanza.
Les digo todo esto con palabras sencillas que todos entienden, porque son cosas difíciles para ustedes. Antes usaban ustedes su cuerpo para servir a la maldad, y eso los hizo esclavos del mal. Úsenlo ahora para servir a lo que es justo, porque eso los hará vivir apartados del mal.
Por eso Dios los ha dejado hacer el mal que en su mente han deseado. Así que tuvieron relaciones sexuales prohibidas y usaron sus cuerpos de forma vergonzosa.
―¡Ve! —insistió el Señor—, porque he elegido a ese hombre como mi instrumento. Él dará a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.
Pero ese valioso regalo de Dios fue puesto en nuestros cuerpos, que son tan frágiles como una vasija de barro. De esa manera todos verán que ese extraordinario poder viene de Dios y no de nosotros.