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Referencias Cruzadas

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1 Tesalonicenses 2:19

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Después de todo, ¿cuál es nuestra esperanza y alegría?, ¿cuál será nuestro motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús cuando él venga? Pues ustedes lo son.

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35 Referencias Cruzadas  

Queridos hermanos en la fe, los amo y extraño mucho. Ustedes son mi alegría y mi motivo de orgullo. Les pido que no dejen de confiar en el Señor nunca.

Le pido que los haga más fuertes espiritualmente para que, cuando nuestro Señor Jesús vuelva acompañado de todos los que han creído en él, nadie pueda dudar de la santidad de ustedes delante de nuestro Dios y Padre. Amén.

porque siguen confiando firmes en el mensaje que da vida. Así, el día que Cristo vuelva me sentiré orgulloso de que mi trabajo por ustedes no fue inútil.

Le pido a Dios mismo, que es la fuente de paz, que los haga santos por completo y que así mantenga todo su ser: espíritu, alma y cuerpo. De esa manera, cuando nuestro Señor Jesucristo vuelva, nadie podrá acusarlos de nada.

lo que ahora entienden en parte. Así podrán sentirse orgullosos de nosotros, como también nosotros de ustedes en el día que el Señor Jesús vuelva.

Y lo haremos siguiendo el orden establecido: Cristo, que ha sido el primero en resucitar; después, cuando él venga, resucitarán todos los que le pertenecen.

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.

Y ahora, queridos hijos en la fe, sigan confiando en Cristo. Así, cuando él regrese, podremos presentarnos ante él confiadamente. Estaremos seguros de no ser avergonzados cuando él venga.

«¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo la recompensa, y premiaré a cada uno según lo que haya hecho.

¡Miren! Cristo viene en las nubes. Todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo mataron. Todos los pueblos de la tierra llorarán por él. ¡Así será! Amén.

Viviremos de esa manera mientras esperamos que se cumpla la bendita promesa en la cual confiamos, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Así nos lo enseñó el Señor. Por eso afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, nos reuniremos con él. Pero no lo haremos antes de los que hayan muerto.

Dios tiene el poder para protegerlos. Él los cuidará para que no hagan lo malo. Así los presentará ante su gloriosa presencia sin pecado y con gran alegría.

Así, cuando aparezca Cristo, el Pastor supremo, ustedes recibirán la corona de gloria, la cual durará para siempre.

Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús regrese, cuando aparezca en el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles.

Por lo tanto, no juzguen a nadie antes de tiempo. Esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.

Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría.

Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Jesús le dijo: ―Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú sígueme no más.

Así que nos sentimos orgullosos de ustedes ante las iglesias de Dios. Pues ustedes continúan confiando en Dios a pesar de soportar toda clase de persecuciones y sufrimientos.

Ahora bien, hermanos en la fe, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les pedimos que

Por tanto, hermanos en la fe, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto. Por eso, con paciencia aguarda las lluvias de otoño y primavera.

Así también ustedes, sigan confiando con firmeza y esperen con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca.

Nosotros somos testigos de la grandeza de nuestro Señor Jesucristo, pues lo vimos con nuestros propios ojos. Por eso, cuando les enseñamos acerca de su poderosa venida, no lo hicimos inventando cuentos falsos.

«¿Qué hubo de la promesa de que Cristo volvería? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación».




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