En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto nuestra confianza en que el Dios viviente cumplirá sus promesas. Él es el Salvador de todos, especialmente de los que creen.
Así que no dejamos de dar gracias a Dios. Pues, cuando ustedes oyeron el mensaje de Dios que les predicamos, lo aceptaron. Lo aceptaron no como un mensaje de parte de alguna persona, sino como lo que realmente es, un mensaje de Dios. Ese mensaje cambió la vida de ustedes, los que creen.
―Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros somos simples hombres, como ustedes. El mensaje que les anunciamos es para que dejen de hacer estas cosas. Nada de esto tiene valor. Busquen al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
En cambio, ustedes se han acercado al monte Sion. Es decir, a la Jerusalén del cielo, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a una inmensa multitud de ángeles llenos de gozo.