Que su belleza no dependa de adornos externos, como peinados exagerados, joyas de oro o vestidos lujosos.
No vivan como vive la gente de este mundo. Al contrario, cambien de manera de pensar y así cambiará su manera de vivir. Entonces podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios y que esta es buena, agradable y perfecta.
Les bastará ver la buena conducta y el respeto de sus esposas.