Y ahora, queridos hijos en la fe, sigan confiando en Cristo. Así, cuando él regrese, podremos presentarnos ante él confiadamente. Estaremos seguros de no ser avergonzados cuando él venga.
Ese amor llega a su perfección cuando vivimos en este mundo tal como vivió Jesús. Por eso, en el día del juicio podremos presentarnos con toda confianza.