No podemos afirmar que somos amigos de Dios y al mismo tiempo vivir en pecado. Es como decir que nos gusta la luz, pero vivimos en la oscuridad. En tal caso somos mentirosos y no ponemos en práctica la verdad.
Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano en la fe, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
El que odia a su hermano en la fe no puede decir que está viviendo en la luz, es decir, con honestidad. El que hace esto todavía vive en la oscuridad de su pecado.
Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio este ha sido un asesino. Nunca dice la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!