En realidad, ya es una grave falla el solo hecho de que haya pleitos entre ustedes. ¿No sería mejor soportar la injusticia? ¿No sería mejor dejar que los roben?
Si alguno de ustedes tiene un pleito con otro, ¿cómo se atreve a presentar demanda ante los que no son cristianos? ¿No debería más bien pedir ayuda a los creyentes?
Al día siguiente, Moisés sorprendió a dos israelitas que estaban peleando. Trató de reconciliarlos, diciéndoles: “Señores, ustedes son parte de un mismo pueblo; ¿por qué quieren hacerse daño?”.