Fue así como David supo lo que iba a suceder. Supo que el Cristo resucitaría, porque Dios no dejaría que su vida terminara en la tumba, ni que su cuerpo sufriera descomposición.
El que vive siguiendo sus malos deseos está sembrando destrucción, y eso cosechará. El que vive guiado por el Espíritu está sembrando vida eterna, y eso cosechará.