Ustedes, en cambio, queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el amor de Dios. Esfuércense en ser cada vez mejores, pues la fe que tienen es santa. Oren guiados por el Espíritu Santo, y esperen que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les dé la vida eterna.
Debe creer siempre en el mensaje verdadero que se le enseñó. De ese modo también podrá aconsejar a otros con la enseñanza verdadera y enfrentar a los que se oponen a ella.
Predica el mensaje de Dios, nunca dejes de hacerlo, aunque no parezca ser el mejor momento. Corrige, reprende y anima con mucha paciencia a todos, sin dejar de enseñar.
¿A qué conclusión llegamos, hermanos en la fe? Que, cuando se reúnan, uno de ustedes puede cantar y otro dar una enseñanza. Otro comunicará lo que Dios le haya mostrado, otro hablará en lenguas extrañas y otro traducirá lo que se dijo. Todo esto debe hacerse para que la iglesia tenga una fe firme.
Al terminar la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Amigos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».
Les he escrito esta breve carta con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano en la fe en quien puedo confiar. Lo he hecho para animarlos y confirmarles que Dios los ama en verdad, aunque no lo merezcan. Nunca duden de su amor.
No dejemos de reunirnos, como acostumbran hacerlo algunos. Al contrario, animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que se acerca el día del regreso del Señor.
Los que tienen amos creyentes no deben faltarles al respeto por ser hermanos en la fe. Al contrario, deben servirles todavía mejor, porque sus servicios ayudan a creyentes y hermanos en la fe que son queridos. Esto es lo que debes enseñar y recomendar.
Diles que dejen de prestar atención a leyendas y a largas listas de antepasados. Esas cosas provocan discusiones sin sentido. En nada ayudan a la gente a confiar en el plan de Dios.
Por lo demás, hermanos en la fe, les rogamos, en el nombre del Señor Jesús, que sigan mejorando su manera de vivir. Así harán lo que agrada a Dios, tal como lo aprendieron de nosotros. De hecho, ya lo están haciendo.
Así que les enviamos a Timoteo, nuestro hermano en la fe y colaborador de Dios en el anuncio de la buena noticia de Cristo. Lo enviamos para que los animara a seguir confiando firmemente en Jesús.
En cuanto a los alimentos sacrificados a los ídolos, es cierto que todos tenemos conocimiento acerca de esto. Pero recuerden que el conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor nos hace cristianos firmes en la fe.
y, si te dio la de animar, anima a los demás. Si te dio la capacidad de ayudar a los necesitados, entonces hazlo con generosidad. Si te dio liderazgo, hazlo muy bien; y, si te dio capacidad para mostrar compasión, hazlo con alegría.
Allí fortalecían a los discípulos y los animaban a seguir creyendo. Les decían: «Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios».
Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Cada día se hacía más fuerte, pues todos respetaban al Señor. El número de creyentes iba creciendo, y eran todos fortalecidos por el Espíritu Santo.
Más bien, mientras aún haya oportunidad de escuchar su voz, anímense unos a otros cada día. Así ninguno de ustedes se volverá rebelde, engañados por el pecado.