Gracias a lo que Cristo Jesús hizo por nosotros, ya no importa si estamos o no circuncidados. Lo que importa es creer en Cristo y que esa fe nos lleve a amar a los demás.
A nosotros, en cambio, nos interesa, por eso vivimos alertas, como si todo el tiempo fuera de día, siempre viéndolo todo con claridad. Vivimos protegidos por la fe y el amor, como con una coraza protectora. Nuestra seguridad en la salvación nos protege como un casco protege la cabeza.
Pues es necesario que todos nos presentemos ante el tribunal de Cristo. Allí cada uno recibirá lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.
Dios se propuso revelarles cuál es la gloriosa riqueza de ese plan secreto para todas las naciones. Y el plan es que Cristo viva en ustedes, y les dé la seguridad de compartir la gloria de Dios.
Confiamos en esa promesa como si fuera la firme y segura ancla de un barco. Así como el ancla mantiene al barco en un solo lugar, nosotros no abandonaremos nuestra fe. Es una fe que penetra hasta detrás de la cortina del lugar más santo del templo.
Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el final ese mismo esfuerzo. Así podrán ver completamente cumplida la promesa en la que han confiado.
Hagan el esfuerzo de tener esta clase de amor, y deseen con pasión los dones que da el Espíritu Santo; pero sobre todo pidan la capacidad de comunicar mensajes de Dios.
Como respuesta el hombre citó: ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu vida, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
En cuanto a los alimentos sacrificados a los ídolos, es cierto que todos tenemos conocimiento acerca de esto. Pero recuerden que el conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor nos hace cristianos firmes en la fe.
Le pido a Dios, quien da esperanza, que los llene de toda alegría y paz. Pues ustedes creen en él, y quiero que el poder del Espíritu Santo los llene de confianza.
Y sabemos que lo hacen porque están seguros de la recompensa que Dios les dará en el cielo. Esta seguridad la obtuvieron al escuchar el verdadero mensaje, que es la buena noticia
Recordamos delante de Dios, nuestro Padre, todo lo que hacen por medio de la fe y el trabajo que realizan por amor. No olvidamos la firmeza con que continúan confiando en la salvación que nuestro Señor Jesucristo les dará.