Si pusiéramos más cuidado a lo que estamos haciendo, no se nos castigaría.
Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
¡Recuerda cómo eras antes! Arrepiéntete y vuelve a hacer las cosas que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro.
Así que, antes de comer el pan y beber de la copa, cada uno debe preguntarse a sí mismo si está actuando bien o mal.
Por eso hay entre ustedes muchos que están débiles y enfermos, y varios han muerto.
Pero, si el Señor nos disciplina, lo hace para que no seamos castigados con el mundo.