Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor sin darle el debido respeto será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
En cambio, las verdades profundas del mensaje son como el alimento sólido que toman los adultos. Es decir, para los que acostumbran usar su inteligencia para distinguir entre lo bueno y lo malo.
Sobre todo, hermanos en la fe, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean castigados por Dios.