En cualquier caso, cada uno debe seguir viviendo en la misma condición que el Señor le asignó. Quédense así como estaban cuando Dios los llamó a ser parte de su iglesia. Esta es la regla que doy a todas las iglesias.
A ustedes, hermanos en la fe, les pasó lo mismo que a los hermanos de las iglesias de Dios en Judea. Estos hermanos, que creyeron en Cristo Jesús, sufrieron por causa de los judíos. Y ustedes sufrieron lo mismo por causa de sus compatriotas.
Llévatelos, participa en sus ceremonias de purificación y paga los gastos que corresponden a la promesa de rasurarse la cabeza. Así todos sabrán que no es cierto lo que se dice de ti, sino que tú también obedeces la Ley.
Ahora bien, ellos han oído que tú enseñas que todos los judíos que viven entre los que no son judíos no deben obedecer la Ley de Moisés. Les recomiendas que no circunciden a sus hijos ni vivan según nuestras costumbres.
Por lo tanto, no juzguen a nadie antes de tiempo. Esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.