Pero no todos tienen conocimiento de esto. Algunos siguen acostumbrados a pensar que los ídolos tienen vida. Tanto es así que, cuando comen carne que ha sido sacrificada a un ídolo, se sienten culpables, pues su conciencia es débil.
Para los que son sinceros todo es bueno, pero para los que son deshonestos y no creen en Cristo todo es malo. Solo piensan en hacer lo malo y ya no creen que están haciendo mal.
Yo, que creo en el Señor Jesús, les digo que estoy plenamente convencido de que no hay alimento impuro en sí mismo. Si algún alimento es impuro, lo es solamente para quien así lo considera.