Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer de noble carácter.
Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!
La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada corroe los huesos.
Ahora bien, aunque es cierto que soy un pariente que puede redimirte, hay otro más cercano que yo.
Esa noche se apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia».