Su palabra es blanda como la mantequilla, pero su corazón es belicoso. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas.
Y encontré algo más amargo que la muerte: la mujer que es una trampa, su corazón es una red y sus brazos son cadenas. Quien agrada a Dios se librará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.