El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho.
Y dirás: «Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?».
Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda.
Como arquero que hiere al azar es quien contrata a un necio o a cualquiera que pasa.