El látigo es para los caballos, el freno, para los asnos y la vara, para la espalda del necio.
En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, solo garrotazos.
¿Qué prefieren? ¿Que vaya a verlos con un látigo, o con amor y humildad?
No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno para acercarlos a ti».
Cuando estuve con ustedes por segunda vez les advertí y ahora que estoy ausente lo repito: Cuando vuelva a verlos, no seré indulgente con los que antes pecaron ni con ningún otro,
También estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes.
Aunque al necio lo muelas, lo remuelas y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad.
El castigo se dispuso para los insolentes y los azotes para la espalda de los necios.
Golpea al insolente y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido y ganará en conocimiento.
Penetra más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado.