El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas.
Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya.
El Señor aborrece las balanzas adulteradas y reprueba el uso de medidas engañosas.
Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta!
Canaán usa balanzas fraudulentas, pues le gusta explotar a los demás.
Efraín dice con jactancia: «¡Cómo me he enriquecido! ¡He amasado una gran fortuna! En todas mis ganancias no encontrarán que haya pecado en algo».