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Referencias Cruzadas

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Oseas 4:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Por tanto, se resecará la tierra y desfallecerán todos sus habitantes. ¡Morirán las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar!

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17 Referencias Cruzadas  

«Arrasaré con hombres y animales, con las aves del cielo, con los peces del mar y con los ídolos que hacen caer a los malvados. »Destruiré a toda la humanidad de sobre la faz de la tierra», afirma el Señor.

Reprende al mar y lo seca; hace que todos los ríos se evaporen. Los montes Basán y Carmelo pierden su lozanía; el verdor del Líbano se marchita.

Por eso, así dice el Señor y Dios, el Dios de los Ejércitos: «En todas las plazas se escucharán lamentos y gritos de angustia en todas las calles. Llamarán a duelo a los agricultores y a los llorones profesionales para hacer lamentación.

Ante mí temblarán los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo, los reptiles que se arrastran y toda la gente que hay sobre la faz de la tierra. Se derrumbarán los montes, se desplomarán las pendientes escarpadas y todos los muros se vendrán abajo.

¿Hasta cuándo estará seca la tierra, y marchita la hierba de todos los campos? Los animales y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país, quienes se atreven a decir: «Dios no verá nuestro fin».

Miré y no quedaba nadie; habían huido todas las aves del cielo.

»¿Y con todo esto no temblará la tierra? ¿No se enlutarán sus habitantes? Subirá la tierra entera como el Nilo; se agitará y bajará, como el río de Egipto.

Él dijo: «Ruge el Señor desde Sión; truena su voz desde Jerusalén. Los pastizales de los pastores quedan asolados, y se seca la cumbre del Carmelo».

La tierra está de luto y languidece; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón es como un desierto; Basán y el Carmelo pierden su follaje.

Lloraré y gemiré por los montes, me lamentaré por los prados del desierto, porque están desolados: ya nadie los transita ni se escuchan los mugidos del ganado. Desde las aves del cielo hasta los animales del campo, todos han huido.

La tierra está llena de adúlteros, por causa de la maldición está de luto y los pastos del desierto se han secado. Los profetas corren tras la maldad, y usan su poder para la injusticia.

¡Cómo brama el ganado! Vagan sin rumbo las vacas porque no tienen donde pastar y sufren también las ovejas.

Así afirma el Señor de los Ejércitos: “Yo he desencadenado esta maldición para que entre en la casa del ladrón y en la del que jura con falsedad por mi nombre. Se alojará dentro de su casa y la destruirá, junto con sus vigas y sus piedras”».

¿Y no los he de castigar por esto? ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?», afirma el Señor.




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