A cada uno se le asignó lo que tenía que hacer y transportar, como lo había ordenado el Señor por medio de Moisés. Así fueron censados, según el mandato que Moisés recibió del Señor.
«Ordénales a los israelitas que expulsen del campamento a cualquiera que tenga una infección en la piel, o padezca de un flujo inusual, o haya quedado ritualmente impuro por haber tocado un cadáver.
El Señor respondió a Moisés: «Si su padre le hubiera escupido el rostro, ¿no habría durado su humillación siete días? Que sea aislada por siete días fuera del campamento y después de eso será readmitida».