Entre los censados no figuraba ninguno de los registrados en el censo que Moisés y el sacerdote Aarón habían hecho antes en el desierto del Sinaí,
¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto?
Sin embargo, la mayoría de ellos no agradaron a Dios y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Los cadáveres de todos ustedes quedarán tirados en este desierto. Ninguno de los censados mayores de veinte años que murmuraron contra mí
Pero los cadáveres de todos ustedes quedarán tirados en este desierto.
Estos fueron los israelitas censados por Moisés y el sacerdote Eleazar, cuando los contaron en las llanuras de Moab, cerca del río Jordán, a la altura de Jericó.
«Nuestro padre murió sin dejar hijos, pero no por haber participado en la rebelión de Coré contra el Señor. Murió en el desierto por su propio pecado.
Realizó la ceremonia porque los israelitas en edad militar que habían salido de Egipto ya habían muerto en el desierto.