De allí se fueron Balán y Balac a Quiriat Jusot.
—¡Bueno, ya estoy aquí! —contestó Balán—. Solo que no podré decir nada que Dios no ponga en mi boca.
Balac ofreció en sacrificio vacas y ovejas, y las compartió con Balán y los oficiales que estaban con él.
Por más que acuda Moab a sus altares paganos no logrará sino fatigarse; cuando vaya a orar a su santuario, todo lo que haga será en vano.