Balac dijo a Balán: —¿Acaso no te mandé llamar? ¿Por qué no viniste a mí? ¿Crees que no soy capaz de recompensarte?
¡Más te vale volver a tu tierra! Prometí que te recompensaría, pero esa recompensa te la ha negado el Señor.
¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si reciben gloria unos de otros, pero no buscan la gloria que viene del Dios único?
—Sobre estos reinos y todo su esplendor —le dijo—, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada y puedo dársela a quien yo quiera.
La exaltación no viene del oriente ni del occidente ni del desierto,
Cuando Balac se enteró de que Balán venía, salió a recibirlo en una ciudad moabita que está en la frontera del río Arnón.
—¡Bueno, ya estoy aquí! —contestó Balán—. Solo que no podré decir nada que Dios no ponga en mi boca.