Pero el Señor hizo hablar a la burra, y esta dijo a Balán: —¿Se puede saber qué te he hecho, para que me hayas pegado tres veces?
Pero fue reprendido por su maldad: su burra —una muda bestia de carga—, habló con voz humana y refrenó la locura del profeta.
Porque para Dios no hay nada imposible.
—¿Y quién le puso la boca al hombre? —respondió el Señor—. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita?
Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios; frustraré la inteligencia de los inteligentes».
Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.
Balán respondió: —¡Te has venido burlando de mí! Si hubiera tenido una espada en la mano, te habría matado de inmediato.