El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta jefes ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.
Entonces Moisés advirtió a la gente: —¡Aléjense de las tiendas de estos impíos! No toquen ninguna de sus pertenencias para que ustedes no perezcan por los pecados de ellos.