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Referencias Cruzadas

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Números 11:2

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Entonces el pueblo clamó a Moisés y este oró al Señor por ellos y el fuego se apagó.

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23 Referencias Cruzadas  

El pueblo se acercó entonces a Moisés y dijo: —Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo,

Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.

Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay pecado que sí lleva a la muerte y en ese caso no digo que se ore por él.

Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos.

—Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que han dicho.

y dijeron al profeta Jeremías: —Por favor, atiende a nuestra súplica y ruega al Señor tu Dios por todo este remanente. Como podrás darte cuenta, antes éramos muchos, pero ahora quedamos solo unos cuantos.

No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios».

El Señor me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, no tendría compasión de este pueblo. ¡Échalos de mi presencia! ¡Que se vayan!

Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».

Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, quien se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.

Y dijo: —Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que este es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia.

Entonces dijo a Moisés: «Te suplico, mi señor, que no nos tomes en cuenta este pecado que hemos cometido tan neciamente.

Moisés rogó al Señor: «¡Oh Dios, te ruego que la sanes!».

En cuanto Moisés salió de la presencia del faraón, rogó al Señor,




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