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Mateo 8:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la enfermedad en la piel.

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19 Referencias Cruzadas  

Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante desapareció la enfermedad.

porque él habló, todo fue hecho; dio una orden y todo quedó firme.

Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Entonces su piel se volvió como la de un niño y quedó limpio!

Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: —Sí, quiero. ¡Queda limpio!

Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a él le place.

Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.

Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría la piel de mi enfermedad!

Y dijo Dios: «¡Que haya luz!». Y la luz llegó a existir.

Dicho esto, gritó con fuerza: —¡Lázaro, sal fuera!

Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: —Joven, ¡te ordeno que te levantes!

Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno. —Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.

Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y dijo: «¡Efatá!», que significa «¡Ábrete!».

La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «Niña, a ti te digo, ¡levántate!».

Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto y, sin embargo, a mí y a mi Padre nos han aborrecido.

—¡Llévatela otra vez al pecho! —insistió el Señor. Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo.

Entonces dijo al hombre: —Extiende la mano. Así que la extendió y la mano quedó restablecida, tan sana como la otra.

Así mismo, había en Israel muchos con alguna enfermedad de la piel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio».




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