Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del lago.
Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se acercaron sus discípulos y le pidieron: —Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.
Cuando entró en la casa, se acercaron los ciegos y él les preguntó: —¿Creen que puedo sanarlos? —Sí, Señor —respondieron.
De nuevo salió Jesús a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él y él les enseñaba.
Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre.