Entonces ellos empezaron a burlarse de él porque sabían que estaba muerta.
Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús.
Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado y no lo estimamos.
—Quiten la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí.
Cuantos me ven se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:
Estoy rodeado de burlones; mis ojos no pueden cerrarse por su hostilidad.
»Yo, que llamaba a Dios y él me respondía, me he vuelto el hazmerreír de mis amigos; ¡soy un hazmerreír, justo e íntegro!
dijo: —Váyanse. La niña no está muerta, sino dormida. Entonces empezaron a burlarse de él.
Todos estaban llorando muy afligidos por ella. —Dejen de llorar —dijo Jesús—. No está muerta, sino dormida.
Pero él la tomó de la mano y dijo: —¡Niña, levántate!