Entonces añadió: —El Hijo del hombre es Señor del sábado.
»El sábado se hizo para el ser humano y no el ser humano para el sábado —añadió—.
En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta,
Entonces apareció una nube que los envolvió de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!».
Entró en la casa de Dios y, tomando los panes consagrados a Dios, comió lo que solo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros.
Otro sábado entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.