Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado y se fue a su casa alabando a Dios.
Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego y le dijeron: —¡Da gloria a Dios! A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.
Al instante recobró la vista. Entonces, glorificando a Dios, comenzó a seguir a Jesús y todos los que lo vieron daban alabanza a Dios.
Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella; al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.
Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante desapareció la enfermedad.
El que me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación».
porque él habló, todo fue hecho; dio una orden y todo quedó firme.
Y dijo Dios: «¡Que haya luz!». Y la luz llegó a existir.
Al ver esto, la multitud se llenó de temor y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales.
Y el hombre se levantó, tomó su camilla enseguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios. —Jamás habíamos visto cosa igual —decían.