Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos.
Estos volvieron y avisaron a los demás, pero no les creyeron a ellos tampoco.
Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres, y con los hermanos de Jesús y su madre María.
Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles,